– Esta
es la mezquita.
–
¿Qué
es una mezquita? ¿Es el sitio dónde la gente va a reír?
– pregunto. Voy con Canarioaleman por Las Palmas de Gran Canaria
y él me explica un poco sobre la ciudad. No es español,
pero ha crecido aquí,
pues si que sabe.
–
Dónde la gente va a reár
– me quedo pensando sobre mis propias palabras, porque algo no me
cuadra aquí y no sé
exactamente que. Hasta que me doy cuenta de lo que acabo de decir.
–
¡A
rezar! A rezar, no reír
– suelto una carcajada. Pues, así
es. La vida de una guiri en España.
Eso te pasa a diario, mezclas una cartera con una carretera, quieres
comprar un líquido
para limpiar lentejas aunque en realidad buscas algo para las
lentillas, no eres capaz de recordar cuales son pimienta, pimiento y
pimentón, no sabes que José y Pepe es la misma persona. Y eso todavía
no es nada comparándolo con una situación el la cual a los clientes en un hotel, una pareja joven, dándoles la
bienvenida, dije con una sonrisa: Buena distancia! Es que lo confundí
con estancia.
La
verdad que los fallos del idioma no son los únicos. También los hay de meter la pata.
Soy una polaca fría
del norte, que usa la palabra „cariño”
solo máximo una vez a la semana, no gesticula hablando y cuando entra
a la fiesta le asusta que tendrá
que dar un besito a todas esas treinta personas. Además,
no entiendo casi nada de la política
española
(aunuqe presiento que esto lo comparto con muchos españoles).
Hay montón de cosas que uno tiene que aprender si quiere vivir en
este país.
Como
es la vida de una guiri? Pues, muy difícil.
Por suerte tenéis aqui buen tiempo, jamón serrano y buenísimo café
con leche. Más siesta y
las fiestas. Y eso me sirve de consuelo.